El barrio Santa Rosa cumple 62 años
Una Reportera Ciudadana nos cuenta la historia de este barrio que pasó de ser un grupo de 14 casas sin serviciso pùblicos a una comunidad de progreso.
Por: Redacci�n ELTIEMPO
El primer habitante del barrio Santa Rosa fue Marcos Rodríguez, que junto a su mujer e hijo se instalaron en el punto donde hoy está la nomenclatura calle 101 con carrera 54 (dirección antigua).
Para entonces, Los terrenos eran ocupados por extensos sembrados de papa, trigo, cebada y pasto para ganadería.
Luego fueron las familias Prieto, Valderrama, Ávila y Tribiño que arribaron en 1946 quienes inauguraron el barrio.
El territorio, que hacía parte de la hacienda El Prado, fue bautizado con el nombre de Santa Rosa en honor a una pequeña y solitaria rosa que crecía en medio del fango.
La urbanizadora Alberto Segura Herrera hizo la primera propuesta para construir un amplio conjunto de casas.
Una panadería, fundada en 1949, fue el primer comercio que tuvo Santa Rosa. En un viejo horno de carbón se cocinaba el pan que comían las catorce familias que para entonces habitaban el barrio.
Pedro Espejo, otro de los residentes tradicionales, recuerda que compró el terreno donde construyó su casa por 580 pesos.
Hacia 1950, llegaron doña Rosa Camargo, Rosa Galindo, Manuel Antonio Gómez, Miguel Antonio Ferrucho. Eminentes vecinos de toda la vida.
Herradura como vía principal
El barrio tenía dos vías: un camino de herradura que comunicaba con el club Los Lagartos y una vía destapada que daba salida a los habitantes al antiguo camino de Suba, la avenida principal que comunicaba con la calle 80 y Chapinero. Una flota, con la misma ruta, pasaba cada cuatro horas.
Los jóvenes que estudiaban en las universidades del centro y en la Nacional corrían cuando veían aparecer, en el cerro, al bendito bus, en el punto donde hoy se ubica la hostería San Gabriel.
Las mujeres de cuatro zapatos
El pésimo estado de las vías obligaba a que las damas del sector, que salían a esperar el transporte público, viajaran con un par de zapatos extras para estar listas ante cualquier embarrada, lo que dio origen a la leyenda de las mujeres de cuatro zapatos.
El agua llegaba con molino
Con mucho esfuerzo, la comunidad instaló un barreno o un molino de viento, ubicado donde hoy queda el parque principal del barrio. Este bombeaba agua desde el fondo de la tierra que la gente recogía en baldes y cuando el viento no era favorable y el molino no suministraba agua, había que caminar hasta el sector de Julio Flórez para traer el preciado líquido. La otra alternativa era la inmensa sensibilidad humana del doctor Valencia, director de la clínica Shaio, quien en ocasiones suministraba el agua.
En 1961 llegó el servicio de agua, al año siguiente el alcantarillado y en 1963 el servicio de energía. Hasta entonces el privilegio de tener planta eléctrica con motor de gasolina lo tenían solo los Rincón, Los Castillo, doña Flor Camargo y don Abel Pachón.
Al primer ladrón lo cogieron los Pachón, quienes decidieron amarrarlo de manos y llevarlo hasta la alcaldía de Suba para entregarlo a las autoridades.
En la década del 70, el barrio entró en la onda de la modernidad y se unió a los cambios propios del norte de la ciudad. Santa Rosa tomó un fuerte impulso comercial cuando la calle 116 dejó de ser el camino exclusivo de entrada al club Los Lagartos y dio paso a la Avenida Boyacá.
Esta historia de pequeñas historias nos hace una comunidad fuerte que después de 62 años de luchas sigue unida y progresando.
FLOR DE SOTELO
REPORTERA CIUDADANA
EL TIEMPO ZONA
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